Un día como hoy, del año 1868, el químico, fabricante de armas e inventor sueco Alfred Nobel, célebremente reconocido por crear los premios que llevan su nombre, registraba la patente de un compuesto explosivo mejorado, al que llamó Dinamita.
Nacido en una familia de ingenieros, Nobel comenzó a investigar distintas sustancias y experimentó con diversos compuestos, hasta dar con la creación de un detonador para controlar las explosiones de nitroglicerina.
No obstante, obsesionado por conseguir un explosivo más seguro que la inestable nitroglicerina, responsable de la muerte de su propio hermano durante un accidente, avanzó en nuevos experimentos.
Cuando logró absorber la nitroglicerina en un material sólido y poroso, mediante la mezcla de nitroglicerina con tierra de infusorios, o con serrín, obtuvo un explosivo plástico y seguro al que llamó dinamita.
Según estimaciones, la fortuna de Nobel al momento de su muerte superaba las 33 millones de coronas suecas, riqueza que cedió casi en su totalidad a la creación póstuma de los Premios Nobel.
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