La ciencia analiza los errores que el cerebro de un árbitro de fútbol puede cometer durante un encuentro
Anticipándonos a lo que, seguramente, será materia de polémica, como suele suceder con el deporte más hermoso del mundo, hoy te presentamos algunas de las más destacadas conclusiones de la ciencia con respecto al funcionamiento del cerebro de un árbitro, mientras dirige.
Decisiones veloces: los árbitros deben correr tanto como los jugadores para no perderse detalle de ninguna jugada. En tal contexto, necesitan tomar decisiones rápidas y lo más acertadas posibles, para lo cual el cerebro recurre a verdaderos atajos del pensamiento, que científicamente se denominan heurísticos. Sin embargo, este sistema introduce distorsiones sistemáticas.
El clamor de la tribuna: lograr distinguir la diferencia entre unos pocos centímetros, antes o después de la línea, para cobrar un tiro libre o un tiro penal, no siempre con la mejor perspectiva para poder evaluarlo, determina que, en muchas ocasiones, esta decisión se adecue al clamor de la tribuna.
Más sanciones, si son más altos: una mayor altura del jugador influye en las decisiones del árbitro, que, según las estadísticas, suele penalizar más sus faltas, que en el caso de un jugador con estatura menor, por efecto de una asociación intuitiva, que pondera al más grande como el más agresivo.
Color de la camiseta: según estudios universitarios, los árbitros son influidos por una noción generalizada popularmente en la cultura occidental, que aprecia los colores oscuros como más agresivos y dominantes. Por ello, estadísticamente, se cobran más sanciones a los equipos con este color de atuendo.
Fútbol blanco y negro: la misma noción popular y occidental aplica a la inversa; según varios estudios psicológicos, se pudo demostrar estadísticamente cómo un equipo que viste de negro juega más agresivamente que cuando juega de blanco.
Fuente: ABC
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