Hitler condenó a muerte a una mujer por hacer un chiste
Fue tan marcada la inhumanidad del comportamiento de Adolf Hitler que aún hoy, casi setenta años después de su muerte, siguen apareciendo nuevas y sorprendentes historias que reflejan su carácter y los modos de operar durante su sanguinario gobierno. La historia de la mujer condenada por un chiste tuvo lugar en el año 1943, cuando el andar militar del nazismo en la guerra tambaleaba en todos los frentes, e internamente comenzaba a profundizarse la crítica de los alemanes al régimen. En ese contexto, todo aquel que osara bromear sobre la actualidad del nacionalsocialismo pasaba a convertirse en un enemigo interno. Y esto no era gratuito: la policía secreta se puso en acción para encontrar a los rebeldes que se atrevieran a, como lo mencionaba la ley decretada a tal efecto, “desmoralizar a las fuerzas defensivas”. El castigo era, directamente, la pena de muerte. Así fue como cambió la vida de Marianne Elise K, cuyo marido había muerto en la guerra, el día en que, durante una jornada de trabajo, hizo un chiste a un compañero sobre Hitler y Goering: “Hitler y Goering están en la torre de radiodifusión de Berlín. Hitler dice que quiere darles una alegría a los berlineses. Goering le responde: salta de la torre”. El compañero de Marianne no compartía su sentido del humor o su posición política, y la denunció por antipatriotismo a las autoridades. El caso pasó al “Tribunal del Pueblo”.
El juicio se llevó a cabo el 26 de junio de 1943, y la sentencia fue la siguiente: “La Sra. Marianne K., en su condición de viuda alemana de guerra, ha intentado socavar nuestra sólida moral de defensa y nuestro trabajo eficiente en aras de la victoria en una fábrica de armas haciendo uso de palabras malévolas contra el Führer y el pueblo alemán, expresando con ello el deseo de que perdamos la guerra. Por eso, y debido a que se ha comportado como una checa, aunque es alemana, se ha situado al margen de nuestra comunidad patriótica. Ha perdido el honor para siempre y por lo tanto es condenada a muerte”. El chiste, junto a muchas otras tristes historias del humor en la época del nazismo, fue recogido por el libro “Heil Hitler, el cerdo está muerto”, de Rudolph Herzog.