Konstantín Konstantínovich Rokosovski, famoso por defender estrategias militares heterodoxas, fue un comandante de la Unión Soviética y ministro de Defensa de Polonia.
No se sabe con certeza el lugar de nacimiento de Konstantín Rokosovski, aunque se cree que fue en las afueras de Varsovia, Polonia. Lo cierto es que era de nacionalidad polaca. Rokosovski quedó huérfano a los 14 años, por lo que debió valerse de sus propios medios. Como deseaba tener éxito en la Rusia zarista, Rokosovski rusificó su segundo nombre y cuando estalló la Primera Guerra Mundial se unió al Ejército Ruso. Durante la Guerra Civil Rusa alcanzó el rango de comandante.
En el inicio de la década de 1930, Rokosovski se dio cuenta del potencial de las fuerzas blindadas. Por ende, promovió la creación de grandes fuerzas de tanques. Sus ideas revolucionarias entraron en conflicto con la de los antiguos jefes militares quienes se inclinaban por las caballerías. Estos roces lo hicieron caer en la gran purga de Stalin, por lo que fue removido de su cargo y puesto en un campo de trabajo hasta 1940. Fue liberado sin aparente explicación, probablemente a causa del inminente conflicto con Alemania y, después de una breve charla con Stalin, fue restaurado en su puesto de comandante en la región militar de Kiev.
Comenzada la Segunda Guerra Mundial, Rokosovski participó en la defensa de Moscú. Durante la sangrienta Batalla de Stalingrado, lideró la pinza norte del contraataque soviético que cercó y destruyo al 6º Ejército nazi. Luego condujo las operaciones defensivas de la Batalla de Kursk.
En 1944, durante la planificación de la Operación Bagration, Rokosovski discutió con Stalin, ya que éste deseaba que se quebrara el frente en un solo punto, mientras que Rokosovski insistía en atacar en pinza. Esto iba en contra de la doctrina táctica soviética del momento, que consistía siempre en iniciar las ofensivas con un solo ataque. Cuenta la historia que, durante la reunión, Stalin le pidió en dos oportunidades a Rokosovski que se retirase para pensar nuevamente su propuesta y en ambas ocasiones Rokosovski volvió para defender su estrategia. Ante la última defensa Stalin se dirigió a Rokosovski, puso la mano sobre su hombro y cuando todos pensaban que iba a arrancarle su charretera, degradándolo, finalmente le dio la razón y lo felicitó. La idoneidad de su plan se demostró con su éxito en el campo de batalla y la reputación de Rokosovski aumentó. Estas victorias lo convirtieron en Mariscal de la Unión Soviética.
Al finalizar la guerra y tras el establecimiento de un gobierno comunista en Polonia, Rokosovski, solicitó el cargo de Ministro de Defensa Nacional, junto con el título de Mariscal de Polonia. Le dieron los cargos, pero la mayoría de los polacos lo consideraban un agente ruso. El hecho de que no hablara bien el polaco y se dirigiera a sus tropas en ruso, no ayudó a cambiar esa imagen. Rokosovski comentó una vez: "En Rusia, me llaman polaco, en Polonia me llaman ruso".
Konstantín Rokosovski murió en agosto de 1968, a los 71 años, y fue enterrado en la Plaza Roja, cerca del Kremlin.